Dra. Ada Rosabal-Silva
Es un hecho para todos conocidos que la agresividad en la pareja es el resultado de muchos conflictos no resueltos adecuadamente, convertidos en resentimientos. En Renovación Conyugal se trata en el tema de Divorcio Espiritual como uno de los síntomas que más afecta la relación matrimonial. La agresividad es una manera disfuncional de manifestar el enojo o coraje, que en sí mismo no es ni bueno ni mala porque es una emoción, solo que carecemos de destrezas para expresarla de una manera saludable.
Un antídoto para no explotar en cólera y/o en ironías cargadas de cólera y que a la vez nos permite el momento adecuado para expresar de buena manera aquello que nos molesta, es fomentar la empatía en la pareja. La empatía esta mejor explicado en el adagio indio de “Señor no permitas que critique (ataque) a mi prójimo hasta que o haya caminado una milla en sus mocasines”.
Empatía es sentir con el otro, comprender al otro, ponerse en su lugar. Es interesante saber que esa es una destreza que se aprende, NO SALE NATURAL. Curiosamente, la agresividad y la violencia, parece ser más espontanea, no hay que aprender a hacer daño a los demás, sale automáticamente ante la amenaza de sentirse atacado, como defensa natural.
Un estudio pionero realizado por científicos de la Universidad Wisconsin-Madison revela que es posible ejercitar la empatía, de la misma forma que aprendemos a tocar un instrumento o practicamos un deporte. Para llegar a esta conclusión, el psiquiatra Richard Davidson ha recurrido a las imágenes obtenidas mediante resonancia magnética funcional, que permiten observar el cerebro en funcionamiento.
En concreto, sus experimentos se han centrado en analizar los efectos de las técnicas de meditación compasiva, que potencian “la bondad, entendida como el deseo de felicidad para los otros, y la compasión o el deseo de aliviar el sufrimiento de los demás” según explica el propio investigador, que ha trabajado durante muchos años personalmente con el Dalai Lama.
De este modo ha podido comprobar cómo al escuchar la voz de una mujer afligida o la risa de un bebé, se activa en nuestro cerebro una región vinculada a las emociones conocidas como ínsula. Y ha demostrado que su actividad es mucho más intensa en un monje budista tibetano que en cualquier otro sujeto.
Además, los experimentos revelaron que las personas entrenadas en la meditación compasiva también exhibían mayor actividad en ciertas zonas del hemisferio derecho cerebral vinculadas a la empatía, especialmente a la capacidad de sentir el estado emocional y mental de los demás.
“Podemos sacar provecho de nuestra plasticidad cerebral para potenciar la compasión y la felicidad, e incluso para combatir la depresión”, afirma Davidson, que también está interesado en poner a prueba estas técnicas en adolescentes para prevenir la agresividad y violencia.
Ahí está el reto. Aprender en conjunto como estimular esa región del cerebro asociada a la empatía. Orar en conjunto, meditar sobre la Palabra, compartir actividades espirituales y/o religiosas. Disfrutar, reír, pasarla bien en conjunto.
Aprender a reconocer lo que el otro(a) está aportando a la relación lo que ha hecho por ti. Agradecer, apoyar, antes de atacar, sentir sus preocupaciones, sus dolores incomprensiones, frustraciones. Estas son las mejores maneras de fomentar la empatía el uno con el otro y con los demás.. y también de hacer de tu matrimonio algo diferente al de los demás.